Reducir a cero las emisiones de carbono antes el 2050, como lo exigen los objetivos de la UE, conduciría a la creación de 5 millones de nuevos puestos de trabajo en Europa. Italia sería el país capaz de sacar mayor provecho de este boom socioeconómico, gracias a la producción de hidrógeno y a su competitividad en el sector de las energías renovables. Perspectivas de un futuro brillante que surgen del informe "Net-Zero Europe", realizado y publicado por la consultora McKinsey & Company, que analiza los aspectos socioeconómicos de la descarbonización de Europa con la reducción de las emisiones de los llamados gases de efecto invernadero en los dos pasos fijados para 2030 y 2050 por la propia UE.
Según el estudio de McKinsey, factores medioambientales y geográficos como el clima, las prácticas agrícolas, la reforestación, el almacenamiento de CO2, el desarrollo de instalaciones solares y parques eólicos determinarán las formas y la facilidad con que los distintos Estados europeos podrán seguir el camino de la descarbonización. Por ejemplo, los países del norte de Europa en comparación con los del sur podrían beneficiarse de un 30 a un 60% más de horas de viento mediante la explotación de parques eólicos "onshore", es decir en el suelo. Los países del sur, en cambio, se beneficiarían de las mil horas extra de luz solar que reciben cada año.
Sin embargo, se requerirá una fuerte inversión en tecnologías e innovación hacia la electrificación a gran escala, el uso de hidrógeno como fuente de energía y el uso de biomasa. El informe dice que para alcanzar el objetivo de "net cero" para 2050, Europa tendría que invertir una media de 800.000 millones de euros al año en tecnologías y técnicas limpias. Inversiones que darían frutos, no solo en términos medioambientales, sino también socioeconómicos, con la creación de 5 millones de nuevos puestos de trabajo que se generarían en energías renovables (1,54 millones), en agricultura (1,13 millones) y en construcción (1,1 millones).